Lo tomé entre mis manos con un deseo que sólo él sabe. Lo vi, lo olfatee y la boca se me hizo agua. Lo empecé a desvestir lentamente mientras crecían mi ansias, era tal mi necesidad de tenerlo desnudo...!
Lo olfatee una vez más y sentí excitación. Lo mordí... Lo lamí... Lo volví a morder... Era el placer de saborear el chocolate que me estaba comiendo. Era la maravilla que alegraba mi día.
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