23 ago 2010

Cosas que pasan.


   Ha llegado el final y sólo puedo pensar en el día en que todo empezó: un simple día que nos bendecía con el suave resplandor de luz, brisa fresca, olor a jazmín, dando paso a un encuentro que significaría mucho en su vida. 

   Ver a alguien que para él sólo era una sombra en el paisaje.

   Ese día dejó de serlo para transformarse en la más bella y hermosa figura humana, con un rostro tierno y suave como la seda, como de ángel; ojos que parecían ventanas a un mundo lleno de maravillas y labios que sólo con verlos, podía sentir caricias en sus mejillas de los dulces besos que él sabía que ella podía dar...

   Ella salió de las sombras para salvarlo a él de una vida rutinaria que lo estaba matando, una vida sin sentido, sin ganas ni emoción porque se sentía vencido al no conseguir las pequeñas cosas que él deseaba en la vida... se sentía perdedor, sin camino, sin vida, sin luz...

   Lástima que cayó el relámpago que sellaría de una forma cruel su vista, logrando desaparecer esa figura y esta vez, sin el rastro de una sombra, sombra a la que ella volvió apagándole la posibilidad de ser salvado.

   Él sólo aprendió una cosa de esta travesía: que cuando logres ver algo que para ti no existía, tómalo con fuerza si sientes que realmente es para ti y no lo dejes ir de tu lado nunca más.

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