7 ene 2011

No ser tú.


   Esa primera vez en la que vi tu rostro totalmente desencajado de la rabia que te poseía sin control, te vi salvaje y primitivo. Fue en ese instante cuando prometí no ser como tú. Nunca... jamás.  

   Prometí que no tendríamos punto de comparación, sólo esos rasgos físicos que no puedo cambiar por ser tu hijo. Prometí que nadie diría ese "eres igual a tu padre" que tanto me ha hecho hervir la sangre porque no lo soy y tampoco quiero serlo. 

   Trabajo todos los días en eso, Padre. Y ese es mi orgullo, no ser Tú ni por equivocación.

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